miércoles, 13 de mayo de 2009

Cebollas y margaritas

Podría contar que en este Sant Jordi me han regalado un profundo ensayo sobre cánticos neardenthales basados en el estudio morfológico de los restos encontrados en el Sudeste polaco, pero mentiría. Mi pareja, que me conoce mucho, me ha regalado un delicioso librito de Mortadelo y Filemón. Tal y como están las cosas, tampoco es malo cualquier cosa capaz de arrancar unas risas.
Una vez devorado, lo he vuelto a releer con tranquilidad, y he examinado con detenimiento la portada.



Los cuernos se entrelazan con las letras. Pero es que el casco está coronado con un WC y uno de los remaches está sustituido por un dial. Caramba, un dedo enseña el hueso. Las modernas pulseras de goma han sido sustituidas por una lagartija. El piercing de la nariz sostiene un chupete y de su cuello cuelga una bolsa con un móvil. Nuestro vikingo lleva un boli en el pantalón y su puñal es apto para el lavavajillas. Aprovechando que el calzado se le ha salido, una rata que habita dentro sale a respirar. Y Rompetechos saluda al respetable después de clavarle unas banderillas de los colores de la bandera andaluza mientras la firma del autor, que va por libre, celebra la faena agitando el pañuelo.

Todo eso no estaba ahí cuando Ibañez tomó el lápiz, era un papel blanco. Cada uno de los detalles que aparecen en esa imagen son fruto de el trabajo consciente de su autor.

Pensemos también en un escritor de novelas. Yo no sé escribir, otra de mis carencias, pero por lo que he oído no hay ningún personaje, por marginal que sea, que se cuele en un relato que no haya sido "invitado" por su autor.

La creación de una obra puede enfrentarse como un trabajo por capas. Volviendo al símil de la novela, en una primera capa estaría casi el resumen. A conoce a B, se fugan y se casan. Punto. Hay novelas románticas de baratillo que sólo sobrepasan levemente este nivel...
Añadamos otra capa. "A" y "B" ya tienen nombre y domicilio, viven en determinada ciudad y se fugan a un pueblo de montaña. En la siguiente capa, tienen una vida anterior al inicio de la novela y un entorno familiar. En otra capa salen los amigos. La siguiente capa nos describe el clima del pueblo de montaña. La próxima nos cuenta de los lugareños y como los acogen. En la posterior salen los problemas vecinales de los habitantes del pueblecito y como se implican "A" y"B"... Y así tanto como las ganas, la imaginación y la habilidad del autor le permitan. Todas esas capas, combinadas, contribuyen a dar riqueza y credibilidad al relato. Hay partes de la historia que seguramente al lector se le escapan, o al menos eso le parece, pero producen una visión lateral que enriquece el texto.

En una película, todos los personales que aparecen en pantalla son actores, incluso ese camarero que cruza fugazmente con una bandeja de canapés o el chico en bicicleta que adelanta el protagonista. Todas las capas de desarrollo de la historia son las que la enriquecen. Si nos vemos unos spaguetti-western de bajo presupuesto veremos que apenas se quedan con la capa background. La comparamos con "el jinete pálido" o "Blade Runner", que no deja de ser un western exportado y apreciaremos la riqueza de matices añadidos a una historia cuyo resumen puede ser similar. Es curioso constatar como conforme más fast food, más serie Z se convierte una imagen o una película, más se parece la capa única. En estos momentos se me ocurren como ejemplos las tarjetas de felicitación de cumpleaños y las pelis porno, cada una en su campo y por poner ejemplos extremos.

¿Qué es lo que determina las capas que tendrá una imagen? Evidentemente la habilidad del autor por crear historias paralelas, pero también la habilidad del lector para ser capaz de descubrirlas. Saber a quien se dirige el mensaje indica al creador la complejidad que debe tener la creación. Cuando se habla de literatura infantil, juvenil, de música “de ascensor”, de ensayo...realmente se está categorizando la complejidad de lectura de cada obra. Un niño no va a entender a Kafka (me temo que yo tampoco...) y un adulto con un mínimo cultural se va aburrir con un cuento infantil. Y lo realmente maravilloso es crear un cuento infantil en el que un adulto, al releerlo muchos años después, sea capaz de encontrar matices nuevos que le complementen la historia y hagan de lo que está leyendo una experiencia nueva. Se me ocurre ahora como ejemplo “El Principito”.

Una imagen cuenta una historia. Ya lo he escrito otras veces. Es fantástico examinar una fotografía de algún maestro e ir descubriendo como alrededor del motivo central, evidente, hay multitud de pequeños detalles que complementan el mensaje original, y como consiguen que esa lectura más profunda se realice poco a poco, en un acto de comprensión en el que entra en acción la complicidad de la inteligencia del lector. Una de las claves para que una historia quede residente como patrimonio de nuestro bagaje cultural es que el autor consiga hacer cómplice a nuestro cerebro, que se implique y que se maraville de descubrir cosas que parecen escondidas a partir de pistas que el autor, con toda intención deja diseminadas por la imagen.
Como esto suena raro, un ejemplo básico. Las novelas de misterio. Atrapan porque el lector se convierte en parte activa, en detective de la historia. Nadie compraría una novela de misterio que se llamara “El asesino es el mayordomo” si el asesino es el mayordomo...

Así que resumiendo, la creación de una buena obra pasa por una creación consciente del mensaje, por un arropado a base de capas de cebolla y acaba por el deshojado de esas capas por parte del lector hasta llegar al mensaje principal. Invito al lector al juego de tomar un libro de fotografias y examinarlas como un detective examina unas pruebas y descrubrir esos matices que hasta entonces habían pasado desapercibidos.

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Lo terrorífico es que estamos inmersos en un ambiente de consumo de mensajes monocapa. Por un lado el concepto de democracia cultural y por el de verdad el de que una sociedad como la nuestra necesita sustentarse en el gran consumo propician que los mensajes que se elaboran sean lo más sencillitos posible para que lleguen a todo el mundo. El mensaje reducido al axioma (o al artículo de fe) ayuda a no solo que nos vendan productos cuyas capacidades están por encima de nuestras necesidades sino a que reaccionemos como un banco de sardinas a cualquier estímulo que nos llegue desde fuera, y esto facilita la vida a los políticos... Pero parece que me estoy yendo por las ramas.

2 comentarios:

Unknown dijo...

La muestra más palpable de esta simplicidad del contenido la tenemos en los medios audiovisuales. El cine de consumo cada vez tiene menos profundidad. Menos capas. Y la cosa se nota. Se nota sobre todo, cuando tenemos una única capa de papel de fumar y pretendemos estirarla más de la cuenta para lograr ocupar la extensión de una "gran superproducción", es decir las dos horas enteritas. 120 minutos en los que contar una historia monocapa.

Pero aún siendo eso grave, porque toma el pelo a los espectadores que están dispuestos a profundizar en los contenidos que le lancen, no es el peor de los casos. Lo peor, a mi modo de ver, se da en la televisión. Y fundamentalmente en la televisión que se hace aquí.

El caso más flagrante y reciente, ha sido con la serie "La chica de ayer" que emite A3. Esa serie es un remake de una serie de la BBC titulada Life On Mars.

Siguiendo tu modelo, la capa principal es simple: policía sufre un accidente, se despierta en 1972 y dedica el resto de los 8 capítulos que componen la serie en intentar regresar al 2008. En la siguiente capa el protagonista lucha contra lo absurdo de la situación: ¿estoy realmente en 1972 o me he muerto? ¿o me estoy muriendo?. La siguiente capa.... no, no hace falta seguir, la "adaptación de A3" no ha llegado ni si quiera a esta segunda capa.

En la versión "española", cuando el protagonista sufre el accidente de tráfico, todos los espectadores vemos un bonito "efecto especial" (pintado a mano con el PS o poco más), en el que una nube blanca y luminosa se traga al policía y lo transporta al 1972. Ya hemos simplificado la trama, es viaje en el tiempo... aunque luego, al copiar los guiones de la BBC siguen saliendo escenas que intentan crear la duda...

Aquí, los guionistas de A3 han decidido coger todas las capas del original, plancharlas, recortarlas, trocearlas y pegarlas de nuevo en una única capa "que sea comprensible por el público".

Cojona! yo quiero ver cosas incomprensibles de buenas a primeras. Cosas que me permitan profundizar en ellas. Pero no, tiene que "cuidar de nosotros".

Menos mal que siempre nos quedará Philip K. Dick

Antoniatenea dijo...

Me ha parecido genial cómo has hecho una disección de la creación sea de un libro ,de una película o de cualquier producto que sea realmente digno...y el símil de lo esquemático con una peli porno al uso o una tarjeta de cumpleaños...realmente una comparación muy gráfica. Y vende, vende el mensaje y la obra fácilona. Y además hasta ya resumen grandes obras literarias y las pueden vender en Septiembre como colecciones para que uno las consuma y pueda llamarse culto después. Y también vende los power points de mensajes de felicidad mínimos y previsibles y en cambio no se lee una novela de Juán Marsé que a lo mejor podría ofrecer más autoayuda .
Es el fast fast ..vida rápida y consumismo fácil.
Genial tu minucioso examen del dibujo de Mortadelo...el wc no lo lograba ver....muy Pelu, muy friky!
Me ha parecido fetén esta entrada.