jueves, 18 de junio de 2009

Divide y vencerás

Cuando colocamos el balance de blancos en automático, la cámara parte de la premisa de que la mezcla de todos los colores da un gris neutro. Ignoro de que estudio sale esto, pero debe tener algo de verdad: cuando vaciamos el filtro de la lavadora-secadora de todas las pelusas acumuladas de todas las telas de todos los colores que han pasado por allí siempre tienen un color gris característico. Quizás podríamos aplanar estas pelusas para utilizarlas como carta gris para leer la exposición :-D . El caso es que la cámara examina la imagen tomada, mezcla todos los colores que la componen y mide el color resultante respecto a ese gris neutro. Y esa desviación la extrae de la imagen original.
Este es un proceso que se aproxima bastante a como funciona nuestro ojo. Aunque cuando fotografiamos interiores con diapos normales (no hay equilibrio automático que valga) nos sale una dominante naranja insoportable, afortunadamente nuestro sistema de visión es más tolerante, y a pesar de que al entrar desde el exterior sí solos capaces de de notar el cambio de tonalidad, enseguida nos acostumbramos a la fuente de luz (sea incandescencia, fluorescente, leds...) y leemos los colores bastante correctamente siempre.

Llevo tiempo intentando encontrar un método con Photoshop que me permita hacer un balance de blancos aceptable. El problema es que intuyo que la operación matemática correcta para el reequilibrado de colores es la de dividir, y yo no he sabido encontrarla en el PS. La opción de Filtros de Fotografía quizás esté bien para pequeños toques, pero me resulta incontrolable. Lo que quiero es duplicar como trabaja la cámara fotográfica en modo balance automático. Luego ya puedo intervenir puntualmente, decidir que área es la que quiero que sea correcta y jugar tanto como me apetezca.
Rebuscando, he encontrado que el gratuito GIMP sí tiene la opción de Dividir en la aplicación de capas. Así que me he puesto a probarlo, y funciona!!!

El proceso es sencillo. Se carga la imagen original, se duplica la capa y se le pasa un filtro de promedio que hace justo eso, mezclar todos los colores en uno único que llena la imagen. GIMP no tiene directamente un filtro para promediar, pero hay un truquillo: en Filtros/Desenfoque/Pixelar podemos establecer el valor de pixelado más alto que nos permita el programa, y eso en la práctica es el filtro que busco.

Hago doble click sobre la pastilla de color frontal y se abre la ventana de selección de color. Ahí hay un cuentagotas para copiar color, y con eso recojo el color plano que he conseguido. Ahora lo que hay que hacer es quitar el componente de gris. Me explico: Digamos que los valores RGB de la muestra son 157,189,220.Un color se puede entender como la mezcla de un color puro y un cierto nivel de brillo. Si todos los valores están a 255 tenemos un blanco, y si ningún valor llega a 255 quiere decir que tenemos un color más un gris (los grises son los colores que tienen el mismo valor en los 3 componentes RGB). en nuestro caso, restamos el valor más alto de 255 (255-220=35), sumamos ese 35 al resto y podemos decir que 157,189,220 es igual que 192,224,255 más un gris de 35 valores.

Como para equilibrar color un gris hace más bien nada, precindimos de esos 35 y definimos el color de muestra con los valores 192,224,255.Si el dominante de color no es muy fuerte simplemente hay que llevar hasta el final el cursor que define la luminosidad y que está indicado con una V; pero el efecto de este cursor es porcentual y no lineal y si la diferencia es grande habrá que recurrir a la calculadora. Ya podemos cerrar la ventana de selección de color. Observaremos que el color frontal no es el negro por defecto sino el mismo color que tenemos en la capa que hemos pixelizado, pero más claro. Con el bote de pintura pinchamos en esa capa y le cambiamos el color por el que hemos obtenido antes...y colocamos esta capa en modo dividir. Y ya está. A veces el efecto es u poco demasiado evidente, porque tambien la cámara se equivoca y cuando hay demasiado de un color en la imagen intenta compensarlo. Por ejemplo, una foto que sólo contenga tomates maduros no va a ser todo lo roja que debiera. Podemos compensar ese exceso simplemente moviendo el cursor de transparencia de capa.

Una alternativa interesante con este método es que si en la imagen existe alguna parte que sabemos que es blanca o gris neutro, podemos seleccionar con el lazo sólo esa parte para leer la dominante de color. Esto equivale de alguna forma a realizar un equilibrio de blancos sobre la carta gris del 18% y posiblemente es el método más exacto. Sabiéndolo, incluso se puede incluir en la imagen en algún lugar que no moleste o que sea fácilmente clonable una muestra de gris. Se puede usar blanco, pero como el blanco (ya lo contaba arriba) es un color que tiene los 3 canales saturados, es posible que la lectura no sea correcta. Un foco verde manzana, si está sobreexpuesto, aparecerá como blanco.

Y como todo no van a ser ventajas, hay imágenes que no vamos a poder salvar, y son precisamente las que contienen luces altas muy cerca de la saturación. Como cualquier proceso implica una pérdida de información, si en una imagen iluminada con incandescencia y con balance de blancos de luz de dia hay un punto con partes quemadas en el azul al restarle rojo a la imagen lo que vamos a conseguir es un agujero blanco mayor alrededor de donde se supone que está la bombilla. Y es que nada sustituye las correcciones hechas en el momento de la toma.



En uno de los últimos viajes, ya al final, cansados físicamente y saturados de maravilla, se produjo un momento mágico de esos no previstos y que son los que al final le ponen los puntos álgidos a un viaje. Mientras estábamos cenando en un campamento en el desierto de Gobi, vinieron unos intérpretes de música tradicional y se pusieron a tocar. Recuerdo la sensación de dejar de comer porque no quería hacer ningún ruido y haber visto a algunos compañeros de viaje, amantes de contar historias políticamente muy incorrectas, con lágrimas en los ojos. Quise tener una foto de ese momento, pero el cuerpo me pedía que no hiciese nada que pudiese romper el encantamiento. Así que nada de moverme buscando encuadres, nada de flash, nada de trípode... Sentado en el suelo, firmemente apoyado en una columna de madera, y exposiciones de más de 1 segundo. Las luces de incandescencia y la madera que revestía el comedor se comieron los colores. Ahora, aunque sólo sea para ilustrar este método, he rescatado la imagen.

lunes, 8 de junio de 2009

Cebollas y margaritas en tempura

Justo unos dias después de haber publicado la entrada “Cebollas y Margaritas” a un buen amigo con el que tengo el placer de compartir el foro de fotografía más pequeño que conozco le han pedido unas fotos. Nada comprometido y profesional (en el sentido de facturas y eso), sólo un favor entre amigos.

Esto ha sido la oportunidad para generar una decente cantidad de mensajes que ahondan el lo que apuntaba en aquella entrada del blog y que quizás vale usar como caso práctico.

La primera idea es que el cliente sabe lo que quiere, pero no sabe que lo sabe. Pongamos que el dueño de un restaurante te llama y te pide unas fotos para una carta en el exterior. Nada especial, que queden bien... esas cosas que te dicen para chutarte toda la responsabilidad.
Tu coges la cámara, el flash y te vas al restaurante, te traen el menú, le hechas unas fotos y antes de que se empiece a enfriar ya te lo estás comiendo. Al dia siguiente te vas con el lápiz USB y las fotos y se las enseñas. Caramba, no da saltos de alegría... No lo entiendo. Están enfocadas... Te las miras críticamente y ves que no tienen un aspecto tan rico, rico como parecían mientras te los zampabas. El filete parece que se olvidó en la parrilla y las patatas fritas parecen empapadas en aceite. Pero si estaban perfectos! Si no les he hecho nada con el Photoshop!!

-Debe haber sido el flash, dices, a modo de excusa...

Vista tu cara de desconcierto, el dueño intenta ayudarte: “ Nada, si lo que quiero es muy sencillo, que se vea natural, no te compliques. Que la gente vea las fotos y sepa que se va a encontrar como en casa.
Ya lo tienes! Un mantel a cuadritos marrones, el plato de crudités en tempura y de atrezzo un botijo. La mitad de las casas tienen algo así.

Tampoco. Hombre, ya sabes que intentamos que este restaurante sea un poco especial, que nos queremos destacar ligeramente del resto de los restaurantes de los alrededores...

Tu, intentando ahorrarte la próxima decepción, le sugieres montar el plató en el casino de Montecarlo con un mantel de hilo de algodón crudo de Armenia. Podría haber una camarera vestida de oriental con postizos de oro en las uñas sirviendo el .....que no, que ves en su cara que tampoco es eso.

Toda esta exageración es para alargar un poco lo que podía haber escrito a la primera. El cliente sabe lo que quiere aunque no te lo sepa contar, y tu sabes lo que quiere aunque realizarlo te cueste algo de tiempo.

Lo que distingue un profesional (de lo que sea) de un aficionado es que éste improvisa, y el primero planifica. Vamos a planificar, pues. La cámara, por ahora, en el armario.

Supongamos, es un suponer :-D, que es un restaurante oriental el que nos pide las fotos. Vamos a hacernos una lista de conceptos, de tópicos, que se nos vienen a la cabeza.

Palillos. Decoración con frutas esculpidas. Muebles lacados. Negro y rojo. Bambú. Porcelana. Ritual. Té. Tranquilidad (podría ser jolgorio y karaoke, depende de que buscamos). ventanas de papel de arroz, luz muy tamizada. Cuenquitos. Arroz. Oso panda...

Podemos hacer la lista más larga, a nuestro aire. Eso son elementos que dejados caer en la imagen nos van a dar ese aire oriental que buscamos.

Empezamos a imaginar la foto. Si sabes dibujar mínimamente, es el momento de coger el lápiz y hacer pequeños esbozos (muy pequeños, 3x4 cm o así) que te dejen hacerte una idea de como distribuir las grandes masas de la imagen, pero que no te permita entrar en detalles y pintar los fideos fritos de uno en uno.

Un mantel de varillitas de bambú. Quizás un mantelito individual sobre un mueble lacado (una cartulina negra con un vidrio encima puede que de el pego, hay que probarlo). Un plato de porcelana y unos palillos “descuidados” encima. Aquí hay variantes, depende de lo que se quiera conseguir. Si buscamos que sea un restaurante chino en la linea Fast food, un plato redondo con decoraciones y unos palillos de bambú normales ya valen. Pero si el restaurante tiene que tener cierto empaque, posiblemente un plato sin decoración, seguramente rectangular, con unas formas más fluidas, elegantes funcionará mejor. Los palillos pueden ser negros, con mango de marfil y también añadirán clase a la imagen final.

Cantidades. Comer poco esta de moda, es “fino”, elegante. Es importante que el plato sea un poco como una composición, un minijardín oriental. Pocos elementos, pero armonizando en volúmenes y color. Un poco como un cuadro dentro de una foto. Un plato lleno está bien para anunciar las fabadas de la abuela, pero no para esto. Por supuesto, un cuenco o un plato manchado arruinará esa sensación de clase que estamos intentando reforzar elemento tras elemento.

Otro punto importante es que cuando comemos, no sólo vemos el plato. Lo olemos, lo saboreamos, notamos la temperatura, lo vemos en estéreo, con distintas luces y fondos. Eso hace que nuestra percepción de las cosas sea mucho más compleja de lo que sale en la imagen al fotografiarla. Nada de eso lo tenemos en una foto, y habrá que hacer trampa. Los filetes de las fotos están prácticamente crudos, con las líneas de la parrilla pintadas con un soldador. La espuma del café es de jabón. las gotitas de agua que se condensan en la fría botella de cerveza es un spray que le da el aspecto mate y gotas de glicerina aplicadas una a una a pincel. Los helados son de puré de patata teñido. El hielo picado dentro de una bebida es simplemente una bolsa de plástico arrugada dentro del vaso. La mayoría de bebidas es agua y gotas de anilina líquida. Todo esto dirigido a que ese vino, ese refresco de cola o esa salsa tenga esa transparencia en la foto que recordamos, aunque esa transparencia solo se manifieste cuando movemos la copa delante de una lámpara. Hay que ponerse a meditar delante de un plato de tempura para descubrir un poco más allá del primario “comida, ñam! ñam!”. Que le podríamos hacer para transmitir eso que nos hace salivar al verlas salir de la freidora, tan doradas.

La iluminación no es fácil. Unas luces duras, con claroscuros, nos van a transmitir la idea de una cocina tradicional, de la abuela, porque esa es la luz que imaginamos que había en aquellas cocinas . Y eso está bueno, pero no es chic. Si me imagino una salita japonesa con grandes ventanales de papel de arroz puedo ver que ahí hay una iluminación casi de tienda. quizás esa sea la idea a usar, apoyada con alguna luz principal para que añada algo de volumen.

Bueno, tampoco se trata de hacer un tratado de como hacer una foto de este tipo aquí, sino de hablar de la actitud ante la realización. Del trabajo previo a la foto.

Luego, cuando alguien vea la foto final, le parecerá simplemente una foto de un plato oriental para un restaurante japonés. El dueño del restaurante ha traído el plato a la mesa y el fotógrafo ha hecho la foto. Bué! eso lo puede hacer cualquiera. Hasta que lo intente, y entonces descubrirá que a él no le sale. Es lo que tiene ser un aficionado.


No pongo fotos esta vez. Es mejor proponer un juego. Escribid "tempura" en una búsqueda en Google y mirad las imágenes que el buscador ofrece. Comprobad que a pesar de que el motivo es el mismo, lo que dicen las fotos puede variar un mundo. Para los muy perezosos (cachis...) pongo un par de enlaces para abrir boca.

Este es el primero y este es el segundo enlace

miércoles, 3 de junio de 2009

Low-tech


Una bonita geodita de cuarzo recogida en alguno de los viajes.

Hoy se me ocurre mezclar dos historias aparentemente muy lejanas. La primera es una leyenda urbana de cuando rusos y americanos se daban codazos para ser los primeros en llegar a la Luna. Cuenta que como los bolígrafos escriben porque la tinta fluye a la punta por gravedad, en ausencia de ésta hubo que investigar como resolver el problema de la escritura en el espacio. Los americanos gastaron millones de dólares creando un bolígrafo con la carga hermética y presurizada que luego vendieron bajo la marca PaperMate en todo el mundo. Los rusos simplemente se llevaron un lápiz.
La otra historia es más reciente para mí. Hace un par de años dando una vuelta por el centro de Bamako, me encontré con un proceso completo de joyería en la calle. Unas personas hacían unas piezas en cera, que luego recubrían con barro. Otros colocaban esos pegotes de barro en unas minibarbacoas y fundían metal rellenando el hueco que había dejado la cera al calentarse. Un poco más adelante, rompían el bloque de arcilla y extraían la pieza fundida y con limitas y lija dejaban limpia y sin rebabas la pieza metálica. Con trapos y alguna pasta la pulían hasta dejar una buena superficie y la pasaban a otras personas que en un depósito (media garrafa de plástico...), con dos cables eléctricos conectados a unas pilas habían improvisado una estación de galvanizado donde recubrían la pieza de oro. Por fin, con más trapos pulían la pieza hasta dejarla convertida en una joya preciosa. Todo esto en medio de la calle, en el aparente caos habitual africano. Como "hierrero" de toda la vida, me hubiese encantado hablar un rato con ellos y hacer alguna foto, pero debían estar hasta las narices de tanto turista fotografiándolos como monos en el zoo y no pude vencer la barrera, y esas decisiones las intento respetar...
A la vuelta, pensé en duplicar el proceso. La fundición a la cera perdida ya la conozco pero estuve buscando información básica de que productos químicos se pueden utilizar para el recubrimiento electrolítico con oro, y no encontré nada. Toda la información está referida a grandes instalaciones mágicas en las que el producto entra por un extremo y sale por el otro listo para colgar de las orejas de una supermodelo. Ya hay alguien, el Alemania o en Japón, que ha pensado como hacerlo, y no es necesario que lo hagamos nosotros.
Me llegan a menudo mensajes a mi email preguntando como se puede hacer tal o cual foto, supongo que tras ver alguna similar en mi galería. Y no sé como explicarles que antes de hacer esa fotografía, yo no sabía como hacer esa fotografía, que no viajo con un manual gordo donde están todas las fotos explicadas en todas las situaciones posibles. Lo curioso es que bastantes mensajes vienen precedidos por una descripción del equipo que el remitente tiene, y a menudo ese equipo es económicamente muy superior al mío...


Setup típico mio para fotografiar cosas pequeñas. Excepto la cámara, nada es específicamente fotográfico. Y el macro es un viejo vivitar que modifiqué y que me costó 5€...pero cumple su función...

Yo llevo una temporadita fotografiando macros de minerales. Esto me da la oportunidad de poder trabajar con un plató de teatrillo, pequeño, que puedo montar encima de cualquier mesa y en un momento. A falta de tiempo y espacio para modelos de carne y hueso, no es mala idea para mantener engrasada la práctica. La iluminación la consigo con unos foquitos de mesita de noche a base de Leds comprados en uno de esos supermercados alemanes de los que soy comproadicto, y alguna linterna Led que entre viaje y viaje tiene poco trabajo. No tienen mucha potencia, pero eso se arregla alargando la exposición, y el color es un poco raro, azulado, pero nada que no arregle un balance de blancos personalizado. El fondo es una lámina de goma negra EVA que venden para manualidades en cualquier tienda de esas cosas. El resto de parafernalia se reduce a plastilina, pinzas de la ropa, trozos de celofán de colorines, trozos de papel vegetal y bolsas de supermercado como difusores y canutos de cartón de los que lleva el papel de WC en el centro para restringir la luz. También un rollo de cinta adhesiva es indispensable y de forma ocasional colaboran trozos de madera que rescato momentáneamente de su destino en la barbacoa. De los cacharros que tiene mi cámara donde tendría que ir el objetivo mejor hablamos en otro momento... Resumiendo, nada que puedas enseñar sin ruborizarte. ¿cómo le voy a explicar a esa persona que me pregunta a través del correo electrónico que el flash que utilizo es uno que compré de segunda mano, que lo soporto con unas vueltas de cinta adhesiva y que el difusor está hecho con un gorro de ducha? Ya he recibido vez críticas y descalificaciones por el material que empleo, y posiblemente alguna sea merecida porque es cierto que desde hace muchos años me empeño en obtener resultados a partir de materiales casi de desecho. Pero a veces los resultados son equiparables a los que ofrece un equipo “muchipastez” y eso me da una satisfacción adicional.


Y una fluorita asturiana...

Algo nos está pasando. En pocos años, este país nuestro ha pasado de solucionar casi todo con mucho ingenio, un cacho de alambre y dos vueltas de cinta aislante a equiparar los resultados al precio del equipo usado. Póngame usted el mejor objetivo que exista que tengo que hacer unas fotos a mi niño para enviárselas por Internet a los abuelos. Hemos pasado de valorar lo que has hecho a valorar lo que tienes. A este paso, en los epitafios alguien escribirá: “aquí descansa Fulanito, que tenía una full frame y conducía un Audi nueve” Y todos los presentes en el sepelio comentaran que fué una persona de éxito. Y no funciona así. No te puedes comprar una raqueta de fibra de carbono recauchutado y llamar a Nadal para que te explique como usarla porque te apetece ganar un Master; las cadenas fallan por el eslabón más débil y yo prefiero que el eslabón débil sea alguna parte del equipo, no yo. Seguramente el día en que todos los dirigentes del mundo firmen un documento para eliminar el hambre del mundo lo hagan con una Montblanc, pero comprarte una ni siquiera te garantiza que la Declaración de Renta te salga negativa.
Conocer el problema forma parte de la solución. Saber que quieres conseguir ayuda a conseguirlo, y las soluciones se alcanzan a veces por caminos que no son los trillados. Poner la cámara, el objetivo y el flash en automático es perpetuar el desconocimiento. Pero claro, los manuales tienen letras tan pequeñitas y tantas páginas...