martes, 7 de julio de 2009

La vieja furgoneta

Ya he conseguido por fin reunir todos los papeles para matricular una vieja furgoneta que compré en Alemania. Ya se que lo viejo no está de moda, pero los de la era de Acuario crecimos soñando con nuestro Easy Rider particular. El proceso para llegar a tener una matrícula que aquí se ha complicado hasta dilatarse casi dos años de papeleo, inspecciones e informes, me costó en Alemania un par de horas de un sábado. Entre los papeles que me entregaron en el trámite en Alemania hay una libretita donde se registran los datos principales del vehiculo. Vas pasando hojas, y todas contienen la misma información, pero en idiomas diferentes. Alemán, francés, inglés, castellano, árabe, ruso...
Ese mismo proceso ha pasado aquí por momentos tan kafkianos para un pais integrado en la CEE como que la legislación española exija una traducción jurada de los documentos alemanes al castellano. "aquí no tenemos la obligación de saber alemán", me explicó el funcionario. Bien, la verdad es que el 99.99% de las especies animales que habitan este planeta no saben alemán, pero tampoco hacen alarde de su ignorancia.
Una de las desventajas de viajar es que no puedes sustraerte a la comparación. Eso no está mal cuando viajas al tercer mundo. Uno no se siente tan deprimido cuando está entre personas que viven peor que nosotros, somos asi de simples. Pero cuando el volante apunta hacia el Norte la cosa se torna y duelen los ojos. Condujimos la furgoneta desde Hamburgo hasta mi domicilio y pude revisitar ciudades tan deliciosas como Freiburg, con sus calles empredradas, sus frescos canalillos de agua cruzando las calles y las casas que parecen sacadas de un cuento medieval... Espera, espera. En Alemania tras los bombardeos aliados no quedó casi piedra sobre piedra. ¿se libraron estas ciudades de las bombas? Hace unos años, trabajando en Ausburg, me asaltó la misma pregunta. Ausburg está relativamente cerca de Munich y es una ciudad industrial, donde durante la guerra se fabicaban entre otras cosas los poderosos Panzer. No creo que la aviación discriminara demasiado en sus bombardeos y sin embargo, ahí están las callejas estrechas, los edificios de aspecto atemporal, la sensación de estar ahí "de toda la vida".


Una cariátide de Hamburgo parece que se protege de las bombas aliadas...

Me explicaron que no. Que la ciudad había resultado casi completamente destruida, y que recurriendo a fotografías y documentos antiguos habían reconstruido la ciudad tal y como estaba antes de la segunda guerra mundial. Y por lo que he ido viendo, este proceder fué el método común en toda Europa de restañar las heridas que causó la guerra. Sólo aquí y allá conservaron un edificio derruido, un monumento sin restaurar, una catedral manchada con el hollín de los incendios como recuerdo de aquellos infames dias.
Esto sería bonito de hacer aquí en España. Recuperar los pueblos y los paisajes perdidos, suturar las heridas que guerra y codicia han producido en nuestra geografía. Pero si un proceso que en Alemania me costó dos horas me ha costado dos años aquí, me temo que cuando llegue ese momento ya no tendré fuerzas suficientes como para sostener la cámara. Así que mientras edad y bolsillo me lo permitan, seguré asomándome al exterior.
Me voy de vacaciones...