sábado, 29 de noviembre de 2008

Un pequeño cursillo de fotografía (II)

Bits y Bytes

La diferencia principal entre una imagen analógica y una digital es que la primera es analógica y la otra es digital. Ya, es una perogrullada, pero lo he puesto para separar el significado de esas palabras del uso que se les ha dado como definitorias de un tipo u otro de fotografía. O música…

Una señal analógica es una señal que puede variar de forma gradual, sin saltos. En una banda de degradado que vaya del blanco al negro, significa que aunque esa banda sea larguísima, cada punto tiene un gris diferente que el adyacente.

En cambio, en una señal digital ese degradado queda convertido en bloques sucesivos de gris plano. ( Ya lo estoy oyendo: Ves, ya está, ese es el fallo de las digitales, con mi analógica no se nota. No, dame un poco de tiempo y sigue leyendo).
La cantidad de bandas de gris que configuran esa gama desde el blanco al negro se mide en bits. Una imagen de un bit consiste en una imagen en que o todo es blanco o todo negro, como las imágenes de la época del pop.
La escala de bits funciona de forma que un bit más dobla las posibilidades. Así, hemos dicho que un bit son dos niveles. 2 bits serían 4 niveles de gris.
3 son 8 niveles.
4 son 16.
5 son 32.
6 son 64.
7 son 128.
8 son 256.



6 versiones de una misma imagen a 1, 2, 3, 4, 5 y 6 bits, en color. Resulta difícil distinguir saltos en la transición de color más allá de los 6 bits. Y eso es una cuarta parte de lo que cualquier camarita digital es capaz de ofrecer. Pincha en la imagen para verla en grande.

Y aquí me paro, aunque podría – debería continuar.
Porque 8 bits es lo que tiene normalmente una imagen digital de blanco y negro. Teniendo en cuenta que en buenas condiciones, el ojo humano es capaz de distinguir diferenciados hasta 64 grises diferentes, parece que estamos sobrados para mostrar una imagen digital sin que seamos capaces de diferenciarla de una analógica.

En cuanto al color, sólo tenemos que acercarnos a la pantalla de televisión para ver como lo consiguen. Vista desde cerca, la pantalla está formada por una trama de puntos azules, verdes y rojos. Variando el brillo de cada uno de los 3 colores, se consiguen todos los colores y tonos. Y la televisión es una buena prueba de que el sistema funciona aceptablemente bien. Acabando, combinando una gama de degradado de 8 bits (256 niveles diferentes) de color rojo con otro azul y con otro verde conseguimos una imagen en color de 8+8+8=24 bits en color, y así funcionan la mayoría de las cámaras.

Otra cosa novedosa de las digitales es que las tarjetas no son de tantas o cuantas fotos, como los carretes. Son pequeñas unidades de memoria, como un minidisco duro ahora sin ningún elemento móvil, de forma que si se nos cae al suelo lo único que le pasa es que se llena de polvo. La cantidad de fotos que nos caben en una tarjeta depende lo grande que sea el fichero generado, y eso se mide en Bytes, igual que en los ordenadores. Si no nos suena demasiado es porque es una unidad tan pequeña que casi siempre hablamos de K (aproximadamente 1000 bytes, realmente 2x2x2x2x2x2x2x2x2x2=1024) o mejor de Megas (aproximadamente….1,000,000 de Bytes). El que quepan más o menos fotos en una tarjeta depende de la información que contenga cada foto. Si disparamos con la tapa puesta en el objetivo (si la cámara nos deja, que esa es otra) la información es poca y cabrán un montón de fotos. Si son fotos con montones de detalles por todas partes, cabrán menos…Al menos si nuestra cámara trabaja con compresión, pero eso ya lo intento explicar más abajo.

Antes comentaba que podría continuar. Quería apuntar a que ciertos formatos de cámara de alta gama (que no caras) trabajan a 14 bits, al precio de que los ficheros generados son mucho más grandes, claro. Si a alguien le apetece calcular cuantos niveles de grises caben ahí, pues nada, a tirar de calculadora. Para un uso bastante superior al de aficionado, esos 24 bits color son más que suficientes para producir unas imágenes que rayan la perfección.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Un pequeño cursillo de fotografía (I)

El viaje a Mongolia que ya cité en otra entrada incluyó un par de trayectos en el mítico Transiberiano. Sólo ese viaje de varios días en tren cruzando la tundra ya justifica un viaje, y los 5 días que permanecimos a bordo sólo nos permitió acceder a rascar ligeramente ese universo que constituye ese largo tren que cruza Rusia y Mongolia.
Pero también ofrece largos períodos sin nada que hacer salvo leer, ver pasar los interminables bosques por las ventanas, hablar con los amigos o ir bebiendo vodka (que por cierto, no tiene nada que ver con el que se bebe por aquí). Y en una de esos largos paréntesis surgió la posibilidad de intentar explicar, con lo mal que se me da eso, un cursillo de fotografía y acabó convertido en una anárquica catarata de ideas inconexas acerca de que es lo que me motiva en la fotografía. Debo reconocer que me inflaba un poco cada vez que más tarde algún compañero de viaje venía y me enseñaba alguna de las fotos en la pantallita de la compacta, la vanidad necesita pocos empujones para alzarse. Entonces prometí que intentaría poner en texto aquel rollazo que solté, y este será el marco. Creo que no he conseguido articularlo más, pero hasta ahí llego. Aquí está...




Analógico o digital?

El formato digital se ha abierto camino deprisa, quizás demasiado deprisa y a codazos. Y aunque la muerte de la fotografía analógica estaba anunciada, el hecho de que se haya producido tan deprisa ( comienza a ser difícil encontrar carretes de película en algunas tiendas…) ha pillado a contrapelo a muchos aficionados y ha generado un montón de mitos no todos ciertos o inocentes…

Lo cierto es que para la inmensa mayoría de las aplicaciones, el sistema digital ofrece muchas ventajas:

-Es más barato, se acabó tener que utilizar plata para las emulsiones.

-Es más ecológico. Ya no hay apestosos (románticos, pero apestosos) baños que se van por el sumidero a contaminar el entorno.

-Es más cómodo. ¿alguien se acuerda del cuarto oscuro? Ahora ya se puede dedicar solo para los niños que no se comen la sopa.

-Es más exacto. Sólo hay que abrir la caja de las viejas fotografías para descubrir esos cielos verdosos o magentas que poblaban nuestras fotos de vacaciones.

-Es mucho más versátil. No nos hace falta un carrete para cada uso. En esa tarjetita caben a la vez fotos en ByN, en color y de ISO bajo o alto. Además es más pequeña que un carrete, le caben muchas más fotos y aunque la dejes a la luz no se velan las imágenes.

Entonces, ¿cuales son las desventajas del sistema digital?

Bien, como opinión personal la principal desventaja es que los fabricantes de cámaras han decidido que el usuario es idiota. Y han inundado el mercado de cámaras, pequeñas y de diseño, que apenas le dejan al usuario la opción de llevarla en el bolsillo. Iva a escribir de dispararlas, pero tampoco. Según que cámara, si considera que no está enfocada, se niega a disparar… Para hacerse con una cámara que permita tomar decisiones al fotógrafo hay que acercarse a una reflex, aunque hay vientos que indican que están apareciendo ya cámaras de las compactas con capacidad de ser controladas por el usuario. Aunque eso sí, de momento bastante más caras. Poder tomar decisiones se paga…

En cuanto a los mitos, el que más corre es el de la resolución… y es falso. Escaneando diapositivas y negativos de paso universal y bajo ISO se puede comprobar que cualquier resolución que pase más allá de los 5 Mpx no hace más que aumentar el grano, sin añadir ya información a la imagen. Mientras escribo esto, ya cualquier camarita digital se mueve entre 1,5 y 2 veces esa resolución. Una imagen de 8 Mpx. puede producir una ampliación de 50x60cm. sin que a ese tamaño se muestre ningún defecto debido a una sobreampliación.

Resumiendo, y por si no se había notado, personalmente estoy muy contento de haber podido olvidar mi ampliadora y haber dejado en el armarito de los recuerdos mis reflex analógicas. Con todo el respeto que me merecen por los buenos momentos que compartimos, llegó la jubilación para ellas.

:-D fin de la primera parte.

domingo, 9 de noviembre de 2008

15 segundos de gloria



Hace muchos, demasiados años, cuando era un crío, yo pasaba todos los veranos en un pequeño pueblo de los Monegros donde mi padre, aragonés emigrado retornaba una y otra vez al encuentro de los suyos.

Era aquel un pueblo de los de película costumbrista, con su cura, su maestro y su aferro a las tradiciones de dance y jotas. Y como no puede faltar en ningún pueblo, con el venerable sabio con el que pasé tardes y tardes mientras me enseñaba su colección de minerales, sus microscopios de bronce y al que no agradeceré nunca lo suficiente el dejarme cada verano un magnífico telescopio refractor de 60x900 con el que inicié una afición que aun me atrapa.

En esa costumbre tan nuestra de poner apodo a todo el mundo, a mi padre en un esfuerzo de imaginación le llamaban "el maño" y a mi, y no voy a entrar en los motivos ahora, me llamaban y me siguen llamando "pelu". Lo curioso es que si aquí en nuestro entorno lo de "maño" tenia una justificación, en aquel pueblecito de Aragón evidentemente no, pero seguía siendo mi padre "el maño" y yo fuí durante muchos años simplemente "el hijo del maño".

Al paso de los veranos, yo me fuí haciendo con un grupito de amigos de correrías (más o menos sanas) y mis neuras como fotógrafo y astrónomo aficionado fueron haciéndose un hueco en el lento pasar de los días de caluroso verano en aquel pueblecito monegrino.

Y un día, al presentar mi padre a uno de mis colegas, este preguntó:

- Ah! ¿así que usted es el padre del pelu?

Y en mi malísima memoria, recuerdo que la cara de mi padre cambió. En un momento descubrió que yo le había robado el protagonismo y que se habían invertido los papeles. El tiempo pasó y supongo que lo olvidó como se olvidan afortunadamente todos los pequeños fracasos que coleccionamos en nuestras vidas. Pero no se porqué, ese cambio de cara y esas fracciones de segundo se me grabaron en mi coco de chaval, supongo ahora porque lo que para él fue una decepción fue para mí un éxito.

De eso han pasado más de 30 años.

Hace pocas semanas, entre mi pareja y yo (más ella) conseguimos organizar un viaje relámpago bastante más arriba del Círculo Polar Artico con la intención de fotografiar Auroras Boreales. A los compañeros habituales con los que viajamos se añadieron otros amigos procedentes de los foros de astronomía que frecuento y resultó que además de la astronomía compartíamos afición en la fotografía, así que los traslados en la furgoneta y las larguísimas tardes (a las 4 de la tarde ya era noche cerrada) entre vodka y vodka se convirtieron en un improvisado intercambio de ideas y posiciones acerca de fotografía.

Y en un momento determinado alguien habló de flashes y comentó que quien sabía un huevo de esto era el gurú ese de Strobist en español, Rafa. Divertido, comenté que Rafa era colega mío y que quizás el origen de esa exitosa página es el detalle que tuvo Rafa de irme traduciendo los textos que publicaba David Hobby y que mi ruinoso inglés no era capaz de entender.

Y en un flash :-) me vino a la cabeza mi padre. Yo había dejado de ser pelu, el que había montado el viaje, para ser "el amigo de Rafa". Y estoy seguro de que aunque nadie lo notara, se me puso la misma cara que a mi padre más de treinta años atrás.